En muchas ocasiones he escuchado la pregunta: ¿cuál es tu superpoder? Nunca la había contestado seriamente, pues ¿para qué debo tomarme la vida tan a pecho y escoger una sola cosa? Decidí dedicarle una nota en mi libreta y contesté “escuchar y atender a una persona”, cuando me lo propongo. Recordé las veces que en mi oficina me visitaban compañeros de trabajo para ventilar sobre sus situaciones y eso reforzó mi contestación.
Escuchar es parte de las mal llamadas destrezas blandas, que de blandas no tienes un pelo. Para mí es necesario concentrarme en la otra persona y sus palabras, y dejar de ser el centro del universo. Necesito enfocarme en la manera que mejor pueda apoyar a la persona (que por lo regular es escuchando). Esto requiere paciencia y es una cualidad que he ido desarrollando con dificultad y me parece que continuaré. Con algunas amigas tengo más reciprocidad, hablo y callo. Es en el trabajo que escucho más, pues mis compañeros necesitan más validación en cuanto a lo que esté ocurriendo en la oficina o en sus vidas. Todos necesitamos ser atendidos. Por lo menos así lo observo. En esta época donde la distracción proviene de la tecnología y de las inseguridades, es más valioso poder desarrollar la escucha y la observación. Quizás, en serio, escuchar sea un superpoder.