Bloqueos a la escucha activa y cómo levantarlos

Hace 3 años sufrí una parálisis en el lado izquierdo de la cara. A los once días me alivié del dolor y de la viradera de cara, pero me quedó un tinnitus pulsante en el oído. Al ver que el baterista en mi cabeza no desaparecía, decidí ir a un otorrinolaringólogo para que me tratara. El médico me indicó que había perdido audición en ese oído. “¿Y el tinnitus?” – le pregunté. “Ah, no. Eso no se cura.” – me dijo. Salí llorando de su oficina. Por el baterista y la pérdida.

Escuchar es un sentido que te permite conectar, aprender y modificar. Cuando nos gusta la voz de alguien, conectamos a un nivel visceral con esa persona. Cuando escuchamos alguna enseñanza que nos hace sentido, aprendemos. Cuando escogemos música que nos deleita, nuestro humor cambia, nos alegramos o nos entristecemos. Tan solo por escuchar.

La escucha activa requiere silencio y atención dedicada, pero hay bloqueos a esa escucha de la que hablo en episodios pasados. Primer bloqueo: tus opiniones y la importancia que les das. El bien llamado “querer tener la razón”. Cuando deseas interrumpir a alguien porque sabes algo y no puedes esperar a decirle y le interrumpes y vuelves a interrumpir. Eso es valorar tu opinión por encima de la comunicación y conexión que puedas crear. Segundo bloqueo: la importancia que das a las opiniones de otros. El consabido “querer lucir bien”. Cuando interrumpes con el propósito de que esa persona piense que eres maravillosa, porque te importa lo que opine de ti. Esto también impide que puedas establecer una conexión efectiva y afectiva con quien te confíe sus historias.

Esa falta de escucha tiene que ver con el valor que le das a las opiniones y no con el valor que le das a la persona. Es la falta de atención en este mundo de tanta distracción. Para levantar ese bloqueo la práctica es guardar silencio mientras otra persona habla. ¿Piensas que es imposible callar en una conversación? La única manera de saberlo es haciéndolo. Practica callar en todas tus conversaciones. Luego atiende y escucha a un nivel profundo. (Como dirían en mi clase de mindfulness: escucha con el corazón.) Observa tu respuesta interna a lo que el otro te comunique. Recalco, es la práctica lo que hace a la maestra, al maestro y hasta al maestre.

Aquel día al salir de la oficina del médico lloré por el futuro silencioso que se asomaba. Pero decidí atenderme y escucharme de manera dedicada. Me establecí en el presente y solté la preocupación. Practicaré hasta la última nota.

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