Mami me contó que Gabriel García Márquez destruía sus notas una vez publicaba un libro. Las notas, los bosquejos, cuanto papelito había llenado de personajes e historias para una novela o un cuento, los trituraba. Alguna vez un novelista famoso amigo suyo había vendido las notas que había acumulado por una de sus novelas a un precio que le permitió vivir holgadamente un tiempo. Cuando su amigo le contó eso García Márquez decidió destruir las suyas. No deseaba que en algún momento tuvieran más valor que sus obras. Cada nueva novela era empezar de nuevo.
Los puertorriqueños, en los últimos años, hacemos lo mismo. Empezamos de nuevo luego de una tormenta. A diferencia de otros creadores, la destrucción a veces es descontrolada y no escogida – como un huracán. Pero lo que sí escogemos es empezar de nuevo luego de levantarnos.
Empezar de nuevo es una oportunidad para vivir en el presente, para interrumpir el pesimismo o para intentar algo completamente diferente. Es una oportunidad para rediseñar, transformar o descansar. Lo importante es aprovechar esa situación, mirarla de frente y tomar la decisión de empezar de nuevo. Una y otra vez. Tanto en las pequeñas situaciones diarias como en las grandes.
Decía Kierkegaard que el goce decepciona, pero la posibilidad no. Tenemos muchas posibilidades ahora de cambiar algo y quizás eso no nos decepcione. Sin embargo, quedarnos en la posibilidad es como una persona que se entusiasma con la idea de acostarse con muchas otras y no crea las circunstancias para intimar con ninguna: la intimidad y la acción transforman; la posibilidad estanca.
Te invito hoy a que, sea cual sea el estado en el que te encuentres, observes tu presente y decidas empezar de nuevo cada vez. Para tu beneficio y el de los demás.
Marinés Rivera 