Muchas veces pienso que no puedo hacer una diferencia en el mundo, en mi mundo. Hay tantas personas allá afuera que trabajan en beneficio de otros que no es necesario que yo lo haga también. Especialmente porque mi voz es tan pequeña.
Es la voz del miedo la que habla. Siempre hay alguien a quien puedo apoyar y siento en este momento que es mi responsabilidad hacerlo.
¿Cuántas veces te sientes pequeña ante algo?, ¿o no encuentras un “para qué” en tu vida?, ¿o te sientes indiferente ante lo que sucede a tu alrededor? Seguramente, varias veces al día. Es parte de nuestro proceso como humanos.
Pero no podemos hacerle caso a todo lo que pensamos. Si estamos en este planeta compartiendo con tantas personas a la vez, tenemos una responsabilidad de contribuir al bienestar de todas, al menos de las personas cercanas. ¿Los resultados? Todas seremos favorecidas.
Utiliza tu voz, aunque sea con una persona. La diferencia la harás para ambas.