Hoy cuando me detuve ante la computadora para apagarla, me pregunté ¿por qué no escribir algunas palabras aunque sean pocas? Respiré y empecé a escribir. No hubo los cinco minutos de quejas. Hubo una actitud de hacer.
La reflexión nos apoya a hacer sentido de las cosas que leemos, aprendemos y experimentamos. Luego llega tu Voz interna y te invita a hacer algo creativo o a apoyar a otros. A veces es difícil escuchar la Voz. Por eso es necesaria la reflexión, pero sólo como preludio a aquello que necesite hacerse. Solo como preludio a entregarle más sabor a la vida.