Hablaba con una amiga sobre lo mucho que hacía cuando estaba casada. Viajaba, trabajaba y siempre estaba en algo con su pareja. Hasta que se divorció y entonces hacía las cosas a su paso y no al de su ex. Me dijo que ella no había venido a este mundo con el chip de la acción, del hacer. Le contesté que su chip es diferente. Cada chip lo es.
Todos sufrimos, amamos y cambiamos. Al final, moriremos también. Y en eso somos iguales. Nuestras experiencias y cómo reaccionamos ante las situaciones puede ser distinto. Incluso podemos escoger nuestras reacciones. La velocidad también es “escogible”. ¡Ah! Y la aceptación de nuestro chip como viene es parte del juego de la vida. Desear cambiarlo también. Con esto resuelto el mundo será perfecto.