Ahora estoy con los cuentos de Clarice Lispector. Una compañera de clase me los recomendó, por ser un reflejo de la vida cotidiana de las relaciones. Pensó que me podrían gustar, porque en algo se parecen a lo que escribo. Esa recomendación fue hace meses y ahora es que la adopto. Todavía estoy lejos de esos reflejos y de su profundidad.
La maravilla es que ella pone en palabras experiencias mentales y emocionales que he sentido claramente y no he podido describir. Cada relato es una mini novela por la complejidad de los sentimientos que padecen los personajes. El sufrimiento está claramente plasmado. La alegría solo se asoma. Los personajes se parecen a mí, en la desesperación y en la conquista. Pero el dominio que Clarice tiene de las palabras es absoluto.
No estoy a su aparatoso nivel, pero ella me hace desear salirme del mío. Hasta me encantaría apoyar a alguien como su llegada me ha auxiliado. Todo eso sólo con algunos de sus cuentos. Deja ver cómo me va con sus novelas.
Marinés Rivera 