¿Has tenido alguna vez un amigo que te dice que quiere paz en su vida, pero es perseguido por conversaciones dramáticas y conflictivas? He estado parada en esa premisa. Y es que el conflicto forma parte de mi vida aunque no quiera. Todo aquello que provoque una sensación de desagrado en mí, es una situación conflictiva. Ahí comienza el conflicto, en mi interior. Si el conflicto es tan constante, ¿podré resolverlo a través de una mejor comunicación?
Recuerdo en mi infancia que mis padres no discutían frente a mí. Lo que me llevó a concluir, estupendamente, que la gente no tenía disputas ni problemas dentro de sus casas. Aunque yo sí era protestona en mi mente cuando mi mamá me llamaba la atención o mi papá me regañaba, mi expresión comunicativa era silenciosa. ¿Para qué protestar abiertamente si yo quería evitar el conflicto?
Esa carga de “llevar la fiesta en paz” la arrastré durante mi juventud, pero dónde llegó a su punto más grave fue en mi matrimonio y en mi vida profesional. En nuestras diferencias matrimoniales, él ventilaba lo que necesitaba y yo no interrumpía oportuna ni convincentemente. En mi trabajo, yo evadía las conversaciones difíciles hasta que no podía más y los resultados eran poco eficientes. Al final, mis acciones (o inacciones) me provocaban infelicidad y ansiedad en todos los aspectos de mi vida.
Todo ese silencio me llevó a desarrollar una condición de salud que me hizo analizar si ésta era una manera auténtica de vivir. Cuestionaba una y otra vez si sería posible ver mi conflicto interno y resolverlo. Si sería posible comunicarme de una manera honesta para reconocer lo que tuviera que expresar oportunamente y no dejar mi comunicación para nunca.
Tanto análisis me apoyó a alterar mi estilo de comunicación. Como no me gusta gritar ni que me griten desarrollé un método sencillo para comenzar esas conversaciones difíciles que tanto me agobiaban.
1. Escuchar con atención a quien habla frente a mí. Y no es tan fácil como parece. Muchas veces estaba pensando en aquello que iba a contestar y no prestaba la atención necesaria para escuchar lo que la persona expresaba. Otras veces, si lo que la persona decía no me gustaba, me desconectaba. Pero estas actitudes tenían como resultado que no entendía lo que la persona decía (ni me interesara en entenderla). Ahora, al comenzar una conversación me dedico a escuchar activamente a la otra persona para comprender lo que desea comunicar.
2. Preguntar y parafrasear para asegurarme de entender lo que escuché. Hace unos años cuando trabajaba en una agencia de gobierno el jefe de la agencia me indicó que él no había dicho ni hecho las cosas que yo había escrito en un informe que preparé por una situación ocurrida en el área que yo supervisaba. En un momento en que él guardó silencio, yo le pregunté si me estaba diciendo que yo mentía. No quise presumir que eso era lo que expresaba y lo interrumpí para salir de la duda. Si me hubiera callado en ese momento me hubiera quedado con la impresión ansiosa de que en efecto me decía que mentía.
3. Evaluar mi modo de comunicar en una conversación y hacer lo contrario. Por muchos años la manera en que operaba era callando mis deseos y opiniones para no alterar a las otras personas, para que hubiera tranquilidad en la conversación. Pero eso no traía paz a mi vida, porque después estaba pensando en las cosas que podía haber dicho y no dije. Cuando comprendí lo infeliz que me hacía mi modo de silencio, decidí conscientemente actuar de la manera contraria. En el ejemplo anterior, luego de preguntar comencé a expresarle a mi jefe lo que pensaba de sus acusaciones indirectas. Atreverme a hablar en ese momento fue una acción contraria a lo que estuve haciendo por años. Aunque no fue una conversación en la que se resolvió todo con un final feliz para los involucrados, logré mi cometido. Expresé oportunamente lo que quería decir y experimenté la paz que ansiaba.
Las conversaciones difíciles son quizás las que menos deseamos, pero ocurren en nuestra vida profesional y personal en igual medida. Si nos preparamos para afrontarlas tendremos mejores resultados y quizás encontremos la paz que anhelamos. Te invito a que comiences una conversación difícil para que descubras una nueva manera de relacionarte con tus conflictos.