En preparación para un podcast que lanzaré con unos amigos he estado reuniéndome con ellos para grabar. Una de las razones por las que se nos ocurrió hacer el podcast es porque durante la pandemia nos reuníamos virtualmente en vez de salir a comer. Teníamos conversaciones tan reveladoras como livianas a pesar de las circunstancias. ¿Por qué no compartirlas con otros?
Durante el proceso de grabación me he dado cuenta de que soy fatal grabando. No fluyo en la conversación. Me oigo robótica y demasiado correcta al hablar. Como si otro personaje se apoderara de mí. El feedback que me han dado mis compañeros de podcast coincide. ¡Lo peor es que me doy cuenta y no sé cómo arreglarlo!
Pero ya basta de quejarme. En estos días me propuse mejorar. Empecé a grabar episodios para mi solopodcast y los escucho. Terribles, pero el último está mejor que el primero. Me estoy aplicando mi máxima: el proceso es el camino. Cada vez mejoro un poco más.
¿Cuántas veces no haces algo que deseas porque lo haces mal? Quizás nunca seas genial haciéndolo, pero el proceso te apoyará a mejorar y a vivir. Cada vez que decidas hacer un poco, habrá un cambio en ti. Cada vez que disfrutes tus pasos serás ejemplo para que otras personas aprendan a disfrutar igualmente los suyos. Hoy nos invito a que no nos detengan los errores ni la imperfección. Ni la mediocridad ni la pereza. El proceso nos fortalecerá.