Hay palabras que contienen definiciones opuestas y “asombrar” es una de ellas. Causar admiración en otro o causar susto. Ambas sensaciones podrían ser provocadas por un mismo objeto. Pararse en un risco puede ocasionar admiración o susto al estar ante un espacio que es más grande o hermoso de lo que estamos acostumbrados.
Cuando estudiaba en el Colegio de Mayagüez, parte del sistema de la Universidad de Puerto Rico, visité varias veces el faro de Cabo Rojo. Me encantaba pararme cerca de alguno de sus bordes y observar ante mí el océano. Sentía un cosquilleo en el cuerpo que me hacía preguntarme si sería capaz de tirarme, solo para probar cómo se sentiría estrellarme en el fondo.
Así me asombra la vida. A veces me arriesgo, con admiración o susto, y no me estrello. Pero otras veces me quedo paralizada, con ambas sensaciones a cuestas y no me atrevo a resolver nada. En esta parálisis a veces siento más dolor. Postergar y evadir, duelen más que estrellarse.
Te invito a observar si vives con asombro y que veas lo que te causa. Sentirlo es parte del proceso de vivir. Ya sea que provenga de la admiración o del susto.
Cuando somos niños el asombro es pan de cada día, es una buena reflexión la tuya para retomar aquello que olvidamos al irnos haciendo adultos. Gracias.
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Dicen que de adultos hay que activarla para vivir con menos estrés…
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