Llevaba la presencia como una etiqueta de prestigio y especialidad. Qué presente estoy hoy, me decía para mis adentros. En los brazos tenía un sobre con documentos importantes de mis clientes y en el hombro mi cartera. Me senté en un banco a esperar que llegara el pon a mi trabajo. Cuando llegó, agarré mi cartera, me monté en el auto y mi compañera me llevó al trabajo. Recuerden: solo agarré mi cartera.
Al llegar a mi oficina me percaté que había dejado mi carga más importante: el sobre con los documentos de los clientes. Por suerte los habían entregado en la oficina de seguridad del edificio que visité. Los recuperé rápidamente. Intactos. ¡Mis clientes a salvo! Bueno, yo realmente – salvada.
Qué sencillo es hablar de algo y qué complicado llevarlo a cabo. Mi visión de este año (en lugar de hacer resoluciones de año nuevo) es vivir en presencia. Que para mí es distinto al mindfulness – cuya traducción literal implica que estoy llena de mi mente. Lo que quiero es no estar en la mente, sino en el presente. Olvidar ese sobre y recuperarlo me puso a pensar: ¿dónde coloco mi atención? Tengo fresco el suceso en mi mente, el cuerpo se me eriza de la incomodidad. Es solo un episodio más de la vida cotidiana y de posibilidades. Y regreso a vivir en presencia.