Cuando pienso en papi lo veo descansando en su butaca. Recuerdo que siempre estaba cansado, porque trabajaba lejos y se tenía que levantar temprano para viajar al trabajo. Todos los días. Estaba lejos y no nos atendía. No sabía yo que iba tan lejos para demostrarnos su amor.
Hace poco escuché a Esther Perel, conferenciante especialista en relaciones humanas, exponer que en esta época es cuando los padres han dedicado más tiempo a sus hijas e hijos que en cualquier otra época de la historia. Y esa dedicación va en aumento. Esto demuestra que las mujeres no somos las únicas que hemos evolucionado… Generaciones anteriores han reclamado que desean que sus padres sean parte activa en sus vidas. Hoy día los padres no son sólo proveedores del pan en la mesa, sino que proveen aventuras y experiencias que apoyan a vivir plenamente.
Escribir sobre Papi me obliga a repensar mi relación con él, me obliga a cambiar la perspectiva con la que lo veía de niña. Para mí era un hombre excepcional y amoroso; odioso cuando me regañaba; valiente y protector siempre. Me sentía segura en su abrazo, con su cercanía. Quizás por eso no me gustaba cuando iba lejos, me sentía desprotegida. Era intelectual, ávido lector y fanático de la música. Podía preguntarle lo que fuera y él lo sabía. Podía hablarle de lo que quisiera y no me enjuiciaba. Hasta que me enamoré y preferí dejar de contarle, para llevar la fiesta en paz.
Papi sigue siendo un hombre excepcional, un ser humano amoroso, valeroso y espiritual. Los retos regulares de los seres humanos de este planeta los enfrenta con humor a veces o con victimismo otras. Nunca estuvo lejos, porque siempre nos tuvo en su corazón. Su familia es su existencia. De todo lo que he aprendido de él mi lección favorita es que toda experiencia, buena o mala, es aprendizaje y me da información. Él es una de mis mejores experiencias en este mundo. ¡Ah! y una vez le pregunté –Papi, si tuviéramos chavos, ¿cómo yo sería? Me contestó –Serías tan chulita como ahora. ¡Nada como las palabras amorosas de mi papá para levantarme el amor propio!
Otra buena lección que me imparte todos los días es que proteste, que no me quede callada, que hable. Como sé que él protestará cuando lea esta entrada de mi blog y se defenderá y comentará. Pero me amará, porque comprenderá, una vez más, que soy hija de mi padre.
¡Feliz día de los padres!