Decidí escribir hoy porque así deseo pasar este año. También me gustaría tener más sexo del que tuve en los últimos años, pero eso no está en mis manos únicamente. Escribir sí. Para escribir solo me necesito a mí (y todos los miles de años en que la especie humana ha ocupado en desarrollar el lenguaje).
Comunicar a través de líneas y curvas es sorprendente. Unes unos símbolos escuetos aquí y alguien más los mira con curiosidad y los reconoce, quizás con maravilla. Puedes transportar al espacio de las mentes humanas opiniones cáusticas, planes sencillos o poemas eróticos; comunicar como parte de tu trabajo o como un esfuerzo creativo.
La opción de sembrar en otras mentes ideas que iluminen o que oscurezcan, es poderosa. Es una decisión que no debe tomarse a la ligera. A través de la historia hemos visto cómo se utiliza la palabra para elevar o para someter. Yo deseo que mis palabras inspiren, no solo como un llamado a la acción, sino como un llamado a vivir, a salir del caparazón en que nos quedamos por no sufrir. Escribo para volverme sensible a mi ambiente y escribo para descubrir lo que me hace creativa. Escribo porque me alegra el alma. Escribo para vivir.
Descubre lo que te alegra el alma. Estoy convencida de que así sembrarás ideas que iluminen y vivirás.