Hay un diálogo mental de locura en mi cabeza. Es plural, obsesivo y limitante. No puedes, puedes; es perfecto, es una porquería; es oscuro, es iluminado. No sirvo, no tengo, no completo, no hago, no cambio. Es como darle a la matraca a algún suceso pasado, pensar que puedo cambiarlo y que alteraré el resultado ya vivido. No me permite ser feliz por mucho tiempo, porque siempre está en el vaivén de lo que fue y lo que pudo ser (y hasta de lo que podría ser…).
Soy mañanera. Me levanto a meditar para acallar esa cháchara que me perturba. Es un revolú ardiente en su naturaleza, es ensordecedor; me inunda. Pienso que es mío y termino creyendo que soy yo. Hoy estoy convencida de que toda esa cháchara provocó una inundación real en mi casa.
El domingo pasado me desperté a las cinco de la mañana. Al tocar el piso de mi cuarto me di cuenta que estaba mojado; un charco de agua ocupaba casi todo el espacio. Solo se salvó mi zapatera. Por un momento me asusté, pero prevaleció la misión de resolver: hay que meterle mano a esto y secar. Cerré llave, ajusté clavija y saqué agua (durante hora y media). Hice lo que tenía que hacer sin postergar y sin coraje. Me entregué a la situación, al momento; y medité. A medida que sacaba agua, mi mente iba dejando atrás la locura de las historias y los pensamientos imperiosos que pensaba que no podía silenciar. Y me dije: no soy estos pensamientos, no soy todas las historias que me cuento; soy diferente a lo que me digo de mí, soy Paz. ¡Qué se rompiera una tubería para que yo comprendiera lo que no soy y lo que soy! Todavía me cuesta creerlo, pero a medida que escribo estas líneas más me convenzo: soy diferente a mis pensamientos limitantes y mis historias.
¿Alguna vez has detenido esa cháchara mental?
¿Cómo luce tu mente cuando interrumpes tus pensamientos?
¿Puedes ver que, la mayoría de las veces, no eres lo que piensas de ti?
En este momento contesto mis preguntas. Escucho las respuestas de mis voces y de las que están afuera. Suelto la interpretación de lo que dicen. Interrumpo la retahíla de sandeces y locuras.
Estoy abierta a ser distinta a lo que pienso de mí.
***
Posdata para quienes se pregunten si continúo procrastinando. Les confieso que estoy realizando actividades que antes procrastinaba para postergar la publicación de estas palabras. Se me ocurre que la procrastinación se combate como el matrimonio: un día -o un segundo- a la vez.
Mi mente, algunas veces mi peor enemigo. Buscando formas de realambrar mi cerebro y cambiar patrones. Trato pero es muy difícil.
¿Alguna idea?
LikeLiked by 1 person
1. Meditar.
2. Interrumpir, una y otra vez.
3. Empezar de nuevo.
4. Agradecer.
5. No tomarme en serio.
LikeLike
I agree, thou I use a different order. I stop and acknowledge the thoughts that are running thru my head. That in itself is a huge accomplishment because you understand that it is just a story in your head most likely is not something that happened but something you fear will happen. Then I give thanks for at least 3 things. Giving thanks helps us to see how blessed we are and it changes our perspective. Also, I try not to give the thoughts or feelings more than 90 seconds before I change gears to giving thanks. Please, do not be fooled, It has taken a lot of practice on my side to get to this point but that 1st time I recognized the ‘story/voices’ was a huge milestone and it got easier from there. Thank you Mari for sharing your experiences and for finally sharing your writtings. I love you with all my heart!
LikeLiked by 1 person
Sin palabras 💫💫
LikeLiked by 1 person
De todo lo grandioso que leí, la chicharra que habita en mi mente y formula preguntas se quedó pegada con un verbo: ¿combatir el matrimonio?
LikeLiked by 1 person
Tuve un pensamiento esta mañana: El alma es un pedazo de acero, el evento que te cambia es el martillo y las experiencias son el fuego.
Si las experiencias no son variadas o vienen de situaciones fáciles, el fuego es lo suficientemente fuerte para ablandar el acero para poder ser firmado con el martillo.
A cambio, si el fuego es muy fuerte, el acero se derrite y no sirve. Hay que tener balance con el fuego.
Lo interesante para mi ahora no es el martillo, que es necesario para crear la espada o la herradura, pero el fuego.
El fuego no solo ablanda el acero, pero más importante, quema las impurezas dentro del acero.
El trabajo nuevo, la mudanza a California, la distancia entre mis nenas y yo, eso es mi fuego.
Si puedo mantener ese fuego en control, cuando caiga el martillo no importa.
LikeLiked by 2 people
Beautiful metaphor…
LikeLike
Lucho con esos pensamientos 24/7. Es una guerra sin fin.
LikeLiked by 1 person
Querida amiga hermosas tus palabras…hermosos tus escritos…
Te quiero muchooooooo…
LikeLike
Te quiero! Gracias.
LikeLike
Meditar, estar abierto para ver lo que siempre ha estado ahí, sin expectativas, abandonado, observando. En eso me entreno, es difícil pero, ¿qué no lo ha sido? Cuando lo descubra volveré al blog y les diré.
LikeLike