En una clase sobre relaciones, le pregunté al maestro ¿por qué no consigo pareja? Me contestó: “La que se tiene que querer eres tú. Habrá unos que te quieran y otros que no. Pero si te quieres, no pasa nada.” Comprendí que mi comunicación es defectuosa, porque ¿quién va a querer a una persona que no se contesta sus propias preguntas?
Mi monólogo interno cambió desde entonces. Me cansé de hablarme como si fuera una enemiga. Aunque a veces tengo lapsos de olvido, me hablo amistosamente. A veces soy severa conmigo, pero siempre respetuosa. Otras bromeo hasta con mi sombra (soy experta en el humor negro autocrítico). Además, contesto preguntas que soy yo la llamada a contestar. Esto no me llevará a ser aceptada o querida por otros, pero me aprecio.
Esos pasos para una mejor comunicación interna requieren interrupción de mi parte: interrumpir autoflagelación o pensamientos desordenados. Es un proceso. Todos los días, poco a poco, siembro el cambio y se aclara mi mente. Esto me acerca a la paz.
Marinés Rivera 