Las cosas como son (o la aceptación de lo que es)

Confiar en alguien que ha demostrado no serlo es terrible. Bueno, tener que esperar a que me resuelva alguien que no tiene un buen récord, contra, qué difícil…

Dejé mi auto reparando el miércoles. El jueves un instalador externo le arreglaría el defecto. La cita se hizo la semana anterior para evitar que el carro estuviera más tiempo de lo necesario en el taller. El instalador no llegó el jueves, tampoco viernes, pero quedó en reparar el lunes. Ya la asistente encargada de mi carro me había dicho que el instalador solo trabajaba los martes y los jueves. Cuando me cambiaron la fecha de reparación para lunes, cuestioné si estaba segura. Con voz baja me dijo: “ya le dije a él que no podía ser martes”. Le dije: “pues necesito un auto, porque tengo que trabajar”- (para pagar mi carro, obvio…).

Me prometieron que el sábado temprano me buscarían para entregarme un auto eléctrico. Ocho de la mañana, nueve, diez… su temprano no fue el mismo mío. Justo antes de las once de la mañana, llegaron a buscarme, me llevaron al taller y me entregaron el carro con 75% de carga. Pero antes de irme conversé con la asistente y, por sus historias, me di cuenta que trabaja fuertemente, se encarga de su hogar y su familia, y a todos nos pasa algo que nos desubica.

En mi caso, tenía que asistir a una conferencia de todo el día. Llegué a la actividad justo para el almuerzo. Me perdí las conferencias de la mañana. Además de la angustia que me causé por no tener carro los días anteriores, ¡y no sentirme independiente! Todos tenemos algo.

Muchas veces me propongo cómo será mi vida y cómo reaccionaré a ella. Tantas veces no sale cómo me lo imaginaba y sufro, porque me empeño en mantenerme en la insatisfacción de que las cosas no salen como quiero, de que la gente no hace lo que pretendo. Me empeño en visualizar algo que no está ocurriendo, y me pierdo de vivir en el presente y mirar la situación o la persona que tengo enfrente.

Ese sábado cuando solté mi preocupación de que no estaba sucediendo lo que yo quería y como yo lo quería, llegó el chofer a buscarme. Luego tuve una conversación interesante con la encargada de mi auto y después me disfruté la actividad a la que asistí en la tarde. Si me hubiera quedado en mi frustración y desvelo, no hubiera podido observar nada de lo que ocurrió, ni disfrutarlo. Todo porque solté el apego a mi control y disfruté del momento, ¡con todo y frustración!

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