Parte de mi rutina mañanera es meditar. En los últimos meses, unas cotorras realengas se mudaron a uno de los árboles que queda justo detrás de mi cuarto. Como viven en comunidad les encanta hablar todas a la vez. En la mañana. Mientras medito. Ya entiendo cuando mami decía que mis amigas “hablaban como cotorras”.
Mis cotorras mañaneras me han hecho reflexionar sobre la generosidad al hablar o al callar. Quizás tienes un amigo que se lo habla todo o tú seas esa amiga que no se calla. Quizás guardas silencio para no ofender o porque no te atreves a comunicar. En mis reflexiones me di cuenta que soy las dos dependiendo de con quién esté o de que esté en un momento apasionado de mi vida. Soy la que calla, soy la que habla hasta morir, soy ambas.
Ante una audiencia es necesario expresar, comunicar y ser lo más clara posible para que el mensaje llegue tan cercano a como la autora lo diseñe. En estos tiempos donde se publica tanto (de acuerdo a mi estudio empírico en Google, se publican más de 7.5 millones de episodios de blogs al día) tenemos una oportunidad única de ser parte de ese conglomerado de autores. ¡Podemos escribir o cotorrear de lo que se nos ocurra! “¿Pero cómo lo hago?” – es una de las preguntas que más escucho.
Escribas un episodio, un libreto o un discurso, para mí es importante lo siguiente:
- Sentarte a escribir. Sí ya sé, esta parte cuesta. Estoy acostumbrada a la distracción de ver mi celular cada dos segundos, de levantarme a la cocina para buscar un brownie, de ver los primeros cinco minutos de una película a ver si me gusta y si no cambiar de plataforma para ver otra cosa… Escribir requiere reflexionar y poner en la pantalla las palabras que, unidas, hagan sentido. Para ello, debes salirte del medio y permitir que salga lo que desea ser expresado, como dice Anne Lamott en su libro Bird by Bird. La mejor manera de salirte es sentarte.
- Cuenta algún cuento. Llevar historias de un lugar a otro era la función de los juglares en la Edad Media. Cantaban, recitaban, bailaban. En fin chismeaban y así las comunidades se enteraban de lo que estaba pasando en otros lugares. Nuestro cerebro y nuestra curiosidad se enganchan con historias y eso hace que el mensaje sea más fácil de digerir.
- Evalúa tu propósito. Que puede ser cualquiera: entretener, informar o persuadir. Decir algo que llevas en tu corazón. Ser de beneficio para alguno de los siete billones de habitantes del planeta. Vender un producto. Observar tu propósito apoya a hacerle una verja a tus pensamientos desbocados y utilizar solo aquellos que fomenten tu mensaje.
Finalmente, detrás de mis recomendaciones me parece que se encuentra la generosidad. Pensar en nuestra familia, amigos y clientes, y compartir experiencias y lecciones aprendidas, es una manera de contribuir a su vida. Te invito a que seas clara y enfocada en tu cotorreo. Verás tus cotorras alzar vuelo.
Hablar en el papel, muy bien! Pero, y qué de meditar?
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