¿Alguna vez te has sentido perdida y desganada? Yo, muchas veces. En esos períodos a duras penas me levanto de la cama. Me paso del cuarto al sofá, luego a la butaca y regreso al cuarto. ¡Con dolor de espalda! Porque tanto mantenerme tirada, desconchunfla los huesos que cargo. A veces es bueno rendirse al cansancio para recargar baterías. Pero estar todo el tiempo así, me cansa más que trabajar todo el día con clientes.
Recuerdo las palabras de una de mis mentoras: Ríndete y confía en tu proceso; pero busca información, compréndela y actúa a base de lo que estés viviendo en cada momento. Eso me lo dijo mi Voz interna y lo puse en práctica cuando me dijeron que tenía cáncer de tiroides. Utilicé esos tres pasos para no volverme nuclear y explotar de la incertidumbre.
En el caso del cáncer de tiroides, me senté a leer lo que era, qué lo provocaba y cuáles eran los tratamientos viables. Luego con mi médico, intenté comprender si era necesaria la cirugía y el tratamiento posterior que debía recibir para asegurarme de estar saludable. Por último, decidí someterme a las recomendaciones más efectivas. En resumen, tomé una decisión a base de la información adquirida y comprendida.
Este método he podido utilizarlo, de una manera u otra, en distintas situaciones de vida. Pero no siempre con resultados inequívocos y prístinos. A veces me quedo en la fase de adquirir información; otras comprendo, pero no actúo. Pero siempre aprendo una lección importante que me lleva a vivir de manera más satisfactoria. Muchas veces me he sentido perdida, pero con estos simples pasos puedo encausar mi tránsito por la vida para disfrutar plenamente todo lo que encuentro en mi travesía. Y si no, siempre puedo volcarme a actuar únicamente, moviéndome del cuarto al sofá…